32 - Poema de Lilly Reiss
- Lilly Reiss
- 19 oct 2017
- 2 Min. de lectura


32… un número cualquiera Algunos niños al contar se quedan en él, otros, simplemente lo pasan. Cabalísticamente no funciona gran cosa y las margaritas, no tienen tantos pétalos. 32… Recuerdo una antigua casa, una enorme escalera que nos daba la bienvenida. Peldaños que acogían las incoherencias de la calle, bañándose generalmente en las tardes de septiembre. A su costado, mi grácil pino, que parecía tocar las puertas de D-os. El sofá naranja, aquel trascendental mueble que se mentalizaba por horas, para albergar nuestros traseros, mientras la T.V. decidía distraernos. El zaguán, que nos arrendaba su larga y angosta cintura. Para permitirnos vestirla de fantasía. Mientras nuestras gargantas solían pasar rápidamente la saliva,
al congelarse una que otra sonrisa. Y alguna lágrima, que en su recorrido oraba, hasta encontrarse con los entreabiertos labios, que la condenarían al inevitable suicidio. Un escritorio, cuatro sillas, cuatro cajones empapados de distintas pasiones. El cuarto prohibido de mi madre y un pequeño patio, que nos inducía a vislumbrar los retazos del firmamento. Cuatro camas, envueltas de distintas ilusiones. Mojándose entre los reveses del otoño y la primavera, entre blancas paredes y una cortina naranja, encargada de labrar los silencios. ¡Y al fondo! Un solitario cuarto, que se fusionaba con la abstracción musical. ¡Las tertulias, más alucinantes que añoro! Algunos geniecillos reunidos,
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entre alérgicas repisas y musas que se instalaban, accidentándose con los delirios de Spinoza, Platón, Sartre, Whitman, Borges, Mahler, Shostakovich, Lechtman, Kandinsky, Miró… Por nombrar unos cuantos. Sombreros, que realzaban las identidades, colgándose de los ganchos de la nada. Un cuarto que se desbordaba en libros y fotografías, excentricidades y magia. Incitando a cualquier intelecto, que se atreviera a desafiar aquellas celebres palabras de Hesse: “Solo para locos, la entrada cuesta la Razón”.
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